Cuando realizamos una inmersión nocturna nos adentramos en un mundo submarino totalmente distinto del que estamos acostumbrados a ver durante el día. Veremos cobrar vida bajo el haz de nuestra linterna de buceo a organismo nocturnos que cambian completamente el paisaje.
La oscuridad es la aliada perfecta para que la luz de nuestras linternas nos haga apreciar la realidad tal cual, sin distorsión, con un impresionante despliegue de brillantes rojos, naranjas, rosas y amarillos. La oscuridad de la noche permite apreciar las formas y colores desde una perspectiva muy diferente. Hay que destacar que el buceo nocturno evidentemente tiene cierto grado de dificultad extra frente a una inmersión diurna pero con una buena planificación y preparación adecuada podremos disfrutar de una experiencia de buceo espectacular. A continuación abordaremos las principales claves a tener en cuenta.
La vida nocturna
Un aspecto muy interesante de este tipo de inmersiones es que muchos habitantes subacuáticos se esconden durante las horas de luz por lo que solo pueden ser vistos por la noche.
De hecho se podría decir incluso que la vida marina empieza cuando cae el día. Parece multiplicarse: los corales proyectan sus pólipos al exterior para alimentarse, las langostas salen de sus escondites en busca de comida, los pulpos nadan libremente y los tiburones cazan. Es el momento ideal para ver la cadena alimentaria en acción, el desove del coral y otros comportamientos de la fauna submarina.
Otro fenómeno que siempre impresiona a todo aquel que lleva a cabo una inmersión nocturna es el de la bioluminiscencia: la reacción química creada por ciertos tipos de plancton. La bioluminiscencia es un fenómeno que se produce cuando el plancton es movido en la oscuridad, haciendo que emita luz. Para verlo, basta con apagar su linterna y agitar el brazo en el agua. El resultado será un rastro de ‘chispas’ realmente impresionante.
Aspectos técnicos
A un nivel puramente técnico, los parámetros de una inmersión nocturna son exactamente los mismos que los de cualquier otro tipo de inmersión: control de la flotabilidad, compensación de oídos, curva de seguridad, control en el consumo del aire.
La mayor diferencia respecto al buceo diurno es la incapacidad de los submarinistas de intercambiar gestos, y la dificultad de comunicarse en la superficie. Sin embargo, las condiciones particulares que pueden presentar los fondos durante la noche hacen que para el desarrollo de inmersiones nocturnas se recomienda disponer de un nivel técnico de buceo avanzado. Efectivamente, existen cursos especializados sobre esta modalidad en todas las federaciones y asociaciones; unos cursos que son prácticamente obligatorios si se pretende realizar salidas de este tipo.
Pero no sólo eso, la oscuridad de la noche entraña sin duda una serie de riesgos añadidos, lo que conlleva la absoluta necesidad de que este tipo de inmersiones se realicen únicamente en zonas que sean conocidas por los buceadores. Por lo tanto, siempre que vayamos a realizar una salida nocturna conviene que previamente hagamos una inmersión diurna de reconocimiento, que nos servirá para hacernos una idea del terreno por el que nos vamos a mover. Se recomienda que entre la inmersión diurna y la nocturna no diste mucho tiempo, teniendo en cuenta que las condiciones bajo el mar pueden modificarse en poco tiempo.
Además, el hecho de ver el mismo lugar durante el día y durante la noche nos servirá también para sorprendernos por el enorme cambio que el medio experimenta al suprimirse la luz.
El equipo
Además del equipo habitual, existen una serie de elementos importantes que componen lo que denominaremos “equipamiento complementario”, que resulta totalmente necesario para este tipo de inmersiones nocturnas.
Si hay un elemento fundamental en una salida nocturna este es sin duda la linterna o foco, tanto es así que se debe llevar al menos una linterna de repuesto. Es importante llevar pilas de reserva, y si son baterías recargables, comprobar que están al máximo.
Cada buceador deberá llevar sus propias fuentes de iluminación. A la hora de adquirir una, deberemos considerar, más que la potencia de luz que es capaz de proporcionarnos, su durabilidad. Ésta deberá estar garantizada al menos en una hora como mínimo.
Podemos hablar de dos tipos de iluminación:
- Iluminación principal: se trata del foco principal, que deberemos llevar siempre en la mano y atado con un cabo de seguridad que estará unido a nuestra muñeca. En su elección habrá que tener en cuenta dos cosas principalmente: la cantidad de luz que necesitaremos y la autonomía que buscamos.
Los focos recargables parecen aquí la opción más adecuada considerando que la cantidad de luz queda asegurada. Deberemos comprobar, eso sí, su autonomía, puesto que muchos modelos de los que encontraremos en el mercado no sobrepasan los 30 ó 40 minutos.
El resto de características que debe cumplir un la iluminación personal se establecerán en función del tipo de aguas en el que vayamos a desarrollar la inmersión; de la siguiente forma:
Luz concentrada en un cono: para aquellas aguas en las que existen gran cantidad de partículas en suspensión.
Luces amplias: para zonas más grandes, con menos vida y menos obstáculos.
De cualquier manera, lo más habitual es decantarse por linternas de bajo ángulo, que resultan siempre más polivalentes y por tanto válidas para diferentes circunstancias.
- Iluminación de reserva: se trata de la luz alternativa al foco principal, necesaria por cualquier cosa que pueda llegar a pasar. Con una buena linterna o un foco pero de menor tamaño, será más que suficiente. En su elección conviene vigilar que quepa bien en el bolsillo del chaleco, para que nos estorbe lo menos posible. Actualmente en el mercado existen modelos que nos aseguran increíbles caudales de luz en tamaños muy reducidos. Llevar una de estas pequeñas linternas en un bolsillo del equipo puede salvarnos de más de un susto, asegurándonos una fuente de luz con la que poder terminar la inmersión en caso de necesidad.
A la hora de planificar la inmersión, deberemos comprobar que las potencias de las diferentes linternas que llevará cada individuo del grupo sean similares. De otra forma puede suceder que una luz menos potente quede desbancada por el resto, lo que supondría que el buceador que portará esa linterna de menos potencia dejaría de ser visto por el resto, lo cual puede poner al grupo entero en situaciones de sumo peligro.
La utilización de linternas de similar potencia nos servirá para que cada miembro del grupo pueda orientarse por medio de los conos luminosos, sin necesidad de buscar un contacto visual directo con la persona (algo que por la noche no siempre resulta sencillo).
Señalización
En una inmersión nocturna tan importante como ver es ser visto, por eso otro punto fundamental en una inmersión de este tipo es la señalización, que podemos dividir en dos grupos:
Señalización personal
Para la señalización personal lo más adecuado será decantarnos por pequeñas linternas estroboscópicas que emiten destellos a intervalos regulares, provocando un destello que resulta bastante visible bajo el agua. Tienen el inconveniente de que si las utilizan varios miembros del grupo de buceadores, no será fácil poder distinguir los unos de los otros.
Otra opción es llevar un tubo luminoso prendido en la espalda, para mejorar la visualización bajo el agua. Tienen una duración de varias horas, y son muy fáciles de ver desde la superficie. Si se introducen en el agua muchos buceadores a la vez, conviene que se lleven de diferentes colores. En la superficie se debe evitar el uso de la linterna, excepto para emergencias. Use el silbato.
Señalización del lugar de vuelta
Si en una inmersión habitual puede resultar complicado regresar a la zona de en la que hemos dejado el equipo, esto resultará mucho más difícil sin luz. Por ello conviene que dejemos siempre perfectamente señalizado el cabo del ancla.
Si la inmersión comienza en la orilla, es recomendable dejar una luz encendida en la playa, para facilitar la localización del punto al volver a la superficie. Ni que decir de la embarcación, tiene que también quedar perfectamente iluminada, para que podamos distinguirla desde cierta distancia.
Las señas
La imposibilidad de comunicarnos de manera normal se acentúa y dificulta con la ausencia de luz, que no nos permitirá realizar las señas a las que estamos habituados bajo el agua.
La comunicación debe establecerse, por tanto, mediante señales lumínicas que conviene conocer previamente. Un error muy común es el de tratar de llamar la atención de un compañero iluminando su cara; puede que efectivamente llamemos su atención pero también le cegaremos durante algún rato resultando por tanto totalmente contraproducente para nuestro objetivo, sin mencionar de lo molesto que puede ser para la persona enfocada.
La forma correcta de comunicarnos será realizando las señas habituales, pero tratando de iluminar nuestra mano con el foco. Para asegurarnos de que nos están atendiendo a lo que queremos decir, llamaremos su atención con un haz de luz o acercándonos a la persona en concreto. Además de todo esto, existen dos señales básicas que conviene conocer y que se realizan con la propia luz:
- Movemos la luz realizando un círculo: significa “OK”
- Movemos la luz de arriba abajo, de forma vertical: significa que algo no va bien.
Estas dos señales básicas nos servirán tanto para comunicarnos con el resto de compañeros como con las personas que se encuentren esperándonos en tierra o en la embarcación.