7 Lugares raros donde no sabías que podías bucear

Home / Uncategorized / 7 Lugares raros donde no sabías que podías bucear

El buceo es un atractivo deporte que nos permite descubrir un mundo increíble. Arrecifes de coral, naufragios, paredes escarpadas… Más allá de los habituales puntos de inmersión, hay lugares menos conocidos que podemos explorar, aunque no lo sepamos. Lo creáis o no, también podemos sumergirnos en la Gran Muralla China, en un volcán activo en Indonesia o allá donde las placas tectónicas de Eurasia y América se encuentran.

En la Gran Muralla China

Unos 370 metros de la Gran Muralla China están sumergidos en el embalse de Panjiakou, en la provincia de Hebei, a unas tres horas y media de Pekín. Esta parte de la antigua fortificación quedó sepultada por el agua en 1977, cuando el río Luanhe fue desviado para crear una presa que daría cabida a la cercana ciudad de Tangshan. Las aguas destruyeron edificios y aldeas, pero de alguna forma esta parte de la muralla sobrevivió a la embestida del caudal.

Sin duda, es una oportunidad única de conocer una de las 7 maravillas del mundo de una manera diferente. Quienes han experimentado la sensación de recorrer bajo el agua esta parte de la Gran Muralla lo describen como algo “inquietante e íntimo”. Aunque se trata de una inmersión para buceadores avanzados, lo cierto es que es una experiencia con un encanto indiscutible.

En un volcán activo

Situado justo al lado de la isla de Manhengetang, en el norte de Sulawesi, el Banua Wuhu es uno de los volcanes submarinos activos de Indonesia. En 1835 su cima constituía una isla que se levantaba 90 metros por encima del nivel del mar, sucesivas erupciones y movimientos sísmicos (el último de ellos en 1935) terminaron por hundir el volcán. Ahora, su cráter se encuentra sumergido a cinco metros, formando un banco de arena donde nadar supone una gran aventura.

Las burbujas de sulfuro salen de manera natural de este volcán sumergido de 400 metros. El oxígeno del agua disminuye un 30 por ciento, la salinidad se triplica y la temperatura se eleva hasta 34ºC. Sin duda, un entorno espectacular que destaca también por su coloración y su aspecto agreste. Hay quien lo compara incluso con un cráter de Marte sumergido en un mar de agua hirviendo.

En un castillo del siglo XIX

Castelforte, un castillo de finales de 1800 ubicado en Adrogué (provincia de Buenos Aires), alberga un museo histórico. Sin embargo, la edificación esconde tras sus muros un atractivo especial. Hace unos años su cámara subterránea se inundó. 

En un primer momento trataron de cerrar los túneles que llevaban hasta allí e intentaron sacar el agua, pero no fue posible. Tras determinar que la construcción se encontraba en buen estado y descartar la existencia de riesgo alguno, los propietarios del Castillo optaron por convertir el desastre en algo de provecho y empezaron a organizar inmersiones de buceo. Las visitas al museo, que antes sólo hacían colegios y vecinos, se volvieron algo único desde entonces.

En un parque en las montañas austríacas

A los pies de las montañas Hochschwab, en Austria, se encuentra Green Lake, un parque normal y corriente durante los meses de invierno y un popular destino de buceo el resto del año.

Green Lake es un lugar de paseo y descanso, con bancos de madera, caminos, puentes y espectaculares paisajes. Pero, cuando las temperaturas comienzan a subir, el hielo y la nieve de las montañas se derriten y el agua se deposita en la cuenca del parque, inundándose y convirtiéndolo en una increíble laguna cristalina. El deshielo de la primavera aumenta el nivel del lago 12 metros en un fenómeno que dura sólo unas pocas semanas.

En el corazón de Budapest

En el corazón de Budapest es posible bucear por una parte única de la ciudad: una antigua fábrica de cerveza que quedó sumergida en el barrio de Köbánya. Una curiosa expedición a través de un manantial de aguas subterráneas donde se combinan canales angostos con inmensas cámaras y una visibilidad perfecta.

Köbánya fue previamente (durante el siglo XIX) una mina de piedra caliza que sirvió para la construcción de muchos de los edificios históricos de Budapest. Más tarde el lugar se transformó en fábrica de cerveza y se cavaron pozos de donde extraer agua para el proceso de malteado. La fábrica cerró cuando dejó de ser rentable y los pozos y bodegas se inundaron hasta convertirse, décadas más tarde, en una localización única de buceo.

Entre dos continentes

La falla de Silfra, en el Parque Nacional de Thingvellier (Islandia), es un lugar mítico del submarinismo mundial. Situada al borde del lago Thinghallavatn, la sima surgió como consecuencia de toda la actividad telúrica de la zona y se fue inundando con el paso del tiempo.

Buceando en Silfra se puede vivir la sensación única de poder tocar dos continentes a la vez, uno con cada mano. Las placas tectónicas de América del Norte y Eurasia se encuentran en este punto donde el agua es tan clara y pura que algunos submarinistas llegan a experimentar vértigo. El agua cristalina proviene del glaciar Langjökull, a unos 50 km al norte, y se filtra durante años hasta la falla a través de los campos de lava. Un paisaje único causado por la deriva continental que separa América y Eurasia unos dos centímetros cada año.

Bajo una estación de esquí

La localidad de Willingen, en Alemania, esconde debajo de su concurrida estación de esquí una sorpresa especial para los amantes del buceo. El interior de la montaña guarda una inmersión apasionante a través de las cuevas de una antigua mina de pizarra.

La explotación de las canteras de pizarra en Willingen cerró en 1971 y desde su posterior apertura al público se puede bucear en sus galerías inundadas. Pasajes estrechos, enormes cavernas, empinadas escaleras… es lo que podemos encontrar en esta singular inmersión, además del rastro que dejaron por todo el recorrido los mineros que trabajaron allí años atrás.